ESPECIAL: LOS SEGUROS DEL AUTOMÓVIL

El seguro es un contrato por el cual una de las partes –el asegurador- se obliga, mediante una prima que le abona la otra parte –el asegurado-, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto. Esto quiere decir que, mientras no haya ningún problema, todo va sobre ruedas porque no le cuesta dinero al asegurador. Sin embargo, los disgustos suelen acontecer cuando se produce el evento objeto del contrato, ya que supone un coste para el asegurador y éste tratará de hacerse el remolón para no cumplir con la prestación a la que está obligado.

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Sin embargo, el escenario es aún más complicado de lo que parece. Hoy en día, las compañías que aseguran vehículos viven en una encarnizada lucha por captar nuevos clientes. Esto se debe a un exceso de competencia, con una irrupción muy agresiva de compañías low cost. Por otra parte, el nivel de riesgos se ha reducido considerablemente gracias a la renovación del parque automovilístico y a la disminución de la siniestralidad.

Por los factores descritos en el párrafo anterior, los precios han bajado muchísimo, haciendo que nos planteemos un cambio de aseguradora con mejores ofertas. A diario nos bombardean con nuevos descuentos y casi todo el mundo ha recibido tentadores cantos de sirena para saltar de una a otra compañía. En los seguros está pasando como con las telecomunicaciones, en que cada vez hay menor fidelidad al operador que nos presta servicio. Además, al igual que en la telefonía, el descontento con la actuación de las aseguradoras en caso de siniestro hace que exista mucha porosidad con clientes que cambian año tras año de una empresa a otra.

No obstante, pese a que el precio es muy importante, no debería ser el único elemento a tener en cuenta a la hora de tomar la decisión. Lo triste es que al final el cliente medio pide varios presupuestos a distintos corredores y ordena las compañías de la más cara a la más barata, olvidándose de los servicios que le ofrecen cada una de ellas. De hecho, en los seguros para coches, se puede dar en muchas ocasiones la casualidad de que la más cara es la que peores servicios da. Por eso es recomendable estudiar el precio, pero el primer análisis debería ser valorando los servicios.

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Aunque en próximos artículos profundizaremos más en el tema, yo tendría en cuenta sobretodo una serie de cosas que deben ser más importantes que el precio:

  • Cuando haya un siniestro, que la tramitación sea cómoda y no nos suponga un calvario. Hay compañías que consideran que el cliente que da un parte, es un enemigo que viene a sacarles el dinero. Este tipo de empresas deberían quedar descartadas a la primera.
  • Que nos aseguren el automóvil que realmente tenemos. Hay muchos corredores y agentes que usan un truco para reducir el precio de las primas consistente en no incluir todos los opcionales que incluye el vehículo, o en asegurar uno de inferior valor. Si no hay siniestros, no hay problema. Pero como haya uno, la compañía pagará una indemnización utilizando el valor asegurado, por debajo del valor real del automóvil.
  • Debemos estudiar las coberturas de cada compañía e intentar valorar económicamente los servicios que ofrecen. Entonces veremos realmente cuál es más barata. Si nos ofrecen más servicios, aunque el precio sea mayor, nos va a compensar más que una más barata, pero con menos servicios.
  • Hay que investigar acerca de con qué talleres concertados trabajan las aseguradoras. En ocasiones, afinan tanto sus tarifas a los colaboradores que sólo los peores profesionales, usando recambios no originales, quieren trabajar bajo esas condiciones. Es importante saber la cualificación profesional de los responsables de reparar el vehículo. Por el contrario, hay otras compañías que permiten elegir libremente el taller reparador. Esto siempre nos dará garantías de un mejor acabado.
  • Igual que dedicamos tiempo y energías para encontrar el mejor coche en relación a nuestro presupuesto, también debería ser así por lo que respecta al seguro. Pero lo habitual es que sea al contrario. Casi siempre, tras pasar semanas e, incluso, meses a la caza y captura de uno bueno, bonito y barato; una vez que lo encontramos, solemos dedicar no más de media hora en decidir con qué compañía asegurarlo. Aunque todo el mundo contrata el seguro con la intención de no tener que usarlo, al final la realidad nos dice que tarde o temprano nos hará falta. Por eso es importante que reflexionemos con detenimiento y que tomemos una decisión mucho más importante de lo que la gente cree.
  • Un buen recurso es preguntar a amigos y familiares sobre sus experiencias con las distintas compañías. No hay que indagar sobre el precio que están pagando. Lo que hay que preguntarles es sobre la satisfacción con los servicios que les prestan, si han tenido problemas al tramitar siniestros, si se los resolvieron con eficacia, con prontitud, sin demoras indebidas.
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Todos estos consejos nos pueden ayudar a tomar la decisión. Sobretodo porque, si hacemos las cosas bien, analizamos la letra pequeña, y estudiamos concienzudamente lo que ofrece cada compañía, sabremos qué podemos esperar de la aseguradora cuando nos haga falta recurrir a ella. Siendo conscientes de nuestros derechos, podemos defender mejor nuestros intereses.