OPINIÓN: MEDIDAS CONTRA LAS MANIPULACIONES ILÍCITAS DEL CONTADOR DE KILÓMETROS

Foto: Todoautos

En las corridas de toros, una de las cosas que más indignación causan es la manipulación de las astas de la res para que provoque menos peligro. Y si está absolutamente perseguido es, sobretodo, por lo que supone de adulteración de la pureza de la fiesta. Cuando se produce el “afeitado” de los pitones se está engañando a los aficionados, se les está estafando. Incluso así, pese a que la práctica está prohibida, se sigue llevando a cabo por diversos motivos que no vamos a tratar aquí.

Algo parecido sucede en el sector de la compraventa de vehículos de ocasión, donde se producen «afeitados» similares al de los toros, pero en el contador de kilómetros, que son las únicas defensas que tienen los coches para que no se produzcan engaños y estafas. Porque es necesario recordar que alterar los kilómetros que marca el odómetro de un automóvil es una estafa tipificada en el Código Penal Español.

Aunque este mal es tradicionalmente achacado a la picaresca española, debemos aclarar que esta fea costumbre no es un invento español. Bajarle kilómetros a un coche es algo que se lleva haciendo desde que los automóviles se popularizaron al ser producidos en cadena en Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX. No tenemos más que leer en un pasaje de “Las uvas de la ira” de Steinbeck como los vendedores de vehículos usados manipulaban el cuentakilómetros y ocultaban dolosamente las averías a los pobres incautos que necesitaban un automóvil para emigrar cargados con todas sus pertenencias huyendo de la Gran Depresión.

Hoy en día, el abuso repetido sin escrúpulos por parte de un amplio sector de la compraventa nos ha cubierto con el velo de la sospecha a todos los que desempeñamos nuestra labor profesional con honradez y abnegación. En este negocio existen dos tipos de personas: las que venden coches para satisfacer necesidades, y las que venden coches para crear problemas a sus clientes. Los que manipulan los contadores se encuentran en el segundo grupo. Y lo más triste de todo es que, por los pecados de unos pocos, todos sufrimos la penitencia. Por culpa de una minoría de estafadores, todo un sector esta bajo sospecha.

Los que conozcan el mundo comercial sabrán que la confianza es fundamental para ejecutar un negocio. Pues imagínense si para desempeñar su trabajo tuviesen que luchar sistemáticamente por conseguir la confianza, algo que en cualquier otra transacción se presupone de buena fe. Es duro, ¿verdad?

Si partimos de la base de que es un problema generalizado –sobretodo en un determinado tipo de establecimientos y personas-, no entiendo el motivo por el que las autoridades no trabajan en serio para evitarlo. Con la intención de que esta lacra se extinga, yo propongo una serie de medidas que creo que pueden ayudar a reducir el problema:

  • Creación en la Dirección General de Tráfico de una base de datos estatal en la que, junto a la fecha de la inspección técnica de cada coche, figuren los kilómetros que tenía al realizarse. Además, dicha base de datos sería de acceso público y gratuito.
  • Promulgación de una ley sobre la compraventa de vehículos usados que regule explícitamente los derechos y obligaciones de las partes intervinientes, y que castigue con ejemplaridad a los que manipulen odómetros, incluso prohibiéndoles el ejercicio legal de la profesión.
  • Modificación de la Ley de Protección de Datos para que se regule explícitamente que los Servicios Oficiales de cada marca tengan la obligación de mostrar el historial de reparaciones con los correspondientes kilometrajes a las personas que demuestren un interés legítimo en la adquisición de un coche usado.
  • Modificación del Código Penal para crear un nuevo delito que castigue con penas más severas a todos los que tengan algo que ver con la manipulación de los cuentakilómetros. Desde el que instiga o contrata, hasta la persona física que modifica el contador.