Fracaso del plan de subvenciones al vehículo eléctrico en el año 2011

Como era previsible, el año 2011 ha terminado con algo más de 1.200 solicitudes de subvención al vehículo eléctrico, muy por debajo de las 70.000 unidades que pretendía alcanzar el anterior Ministro de Industria, Miguel Sebastián. Con un presupuesto total de 72 millones, tan sólo se han gastado 4 millones de euros.

El plan de ayuda al coche eléctrico fue diseñado por el gobierno anterior con la intención de impulsar las ventas de cualquier automóvil propulsado total o parcialmente por un motor eléctrico. Junto con el plan de eficiencia energética para el transporte, que comprometió más de 500 millones de euros, los 72 millones destinados a las subvenciones directas para la compra de coches eléctricos se escalan de la siguiente forma:

  • 2.000 euros para los híbridos enchufables con una autonomía inferior a los 40 kilómetros.
  • 4.000 euros para los de autonomía extendida.
  • 6.000 euros para los eléctricos puros.

Como habrán podido comprobar los lectores, estoy empleando el presente y no el pasado debido a que, pese a que la vigencia del plan concluía en el mes de noviembre de 2011, el anterior gobierno prorrogó in extremis un año más la concesión de las ayudas con la esperanza de relanzar unas ventas que nacieron heridas de muerte. Como ya he explicado en otras ocasiones, el volumen principal de estas pocas compras se está llevando a cabo en segmentos corporativos como la administración pública o las grandes empresas.

En mi opinión, este plan debería ampliarse a todo tipo de híbridos –aunque no sean enchufables– y el montante de las subvenciones debería ser mayor. Con 6.000 euros para uno eléctrico puro no se minimizan los altos costes de adquisición del mismo.

Por otra parte, el plan se presentó en el peor momento posible. Entiendo que el ministro Sebastián veía que la legislatura se agotaba sin pena ni gloria, y por eso no quiso dejar pasar la oportunidad de montarse en el carro de las declaraciones de intenciones grandilocuentes, tan propias de un ecologismo insensato y demagogo. Sin embargo me cuesta creer que fuese tan poco realista. Las cifras eran inviables en cualquier país avanzado y moderno, en los que la conciencia medioambiental no es flor de un día, con lo que en España no se podía alcanzar el objetivo fijado por mucho que se esforzase el gobierno. A todo esto habría que añadir la escasa oferta existente de vehículos subvencionables en el momento del lanzamiento. Incluso hoy en día la variedad de modelos es muy corta y apenas satisface a nadie. ¿Quién querría comprar coches caros, con poca autonomía y sin apenas puntos de recarga de batería? O se ponen a regalarlos, o va a ser díficil que convenzan a un gran número de clientes particulares.