LO QUE HAY QUE COMPROBAR EN UN COCHE USADO ANTES DE COMPRARLO

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Aunque siempre nos pueden engañar por más atención que prestemos, mediante una serie de comprobaciones visuales podemos cerciorarnos de que el coche usado que estamos pensando comprar no ha sufrido daños estructurales de relieve y no tiene más kilómetros que los que realmente marca el contador. De cualquier forma, y siempre que existan dudas, quiero recalcar la conveniencia de pedir el asesoramiento de un experto, o de recurrir a un organismo de certificación independiente que nos informará del estado real del vehículo.

Uno de los elementos que más importancia tiene es el chasis. Debemos comprobar por nosotros mismos dos cosas. Por una parte, que mantenga su capacidad estructural intacta desde el punto de vista de la rigidez torsional, con lo que se garantiza plenamente la seguridad pasiva del automóvil. Y por otro lado debemos observar que el sistema anticorrosión no se encuentre afectado.

Es importante que el coche no haya sufrido golpes estructurales. Y, en caso de haberlos sufrido, hay que estudiar si se arreglaron con la suficiente pericia y profesionalidad. Si nos percatamos de que la carrocería presenta vestigios de repintado, habrá que investigar si se trató de un arañazo superficial o fue una intervención de mayor envergadura. Lo que no debe admitirse nunca es una reparación en los largueros del chasis ya que estas –por bien realizadas que estén- afectan a la rigidez y a la seguridad estructural del vehículo. Para salir de dudas, podemos realizar una prueba del coche conduciendo rápidamente por una zona con curvas, para ver si se escuchan chirridos procedentes del bastidor en los apoyos más bruscos. A modo de indicios que nos ayuden en el chequeo deberíamos buscar soldaduras o restos de masilla.

Uno de los grandes enemigos de un chapista chapucero son los ajustes. Una mala reparación hará que las piezas que antes ajustaban bien, ahora no lo hagan. Por eso, si el vehículo que nos interesa presenta piezas descuadradas, o las puertas no encajan bien al cerrar, probablemente nos encontremos ante una mala intervención.

La presencia de barro oculto puede hacernos sospechar sobre la procedencia del automóvil, ya que tal vez se trate de un coche anegado por una riada. En zonas donde se producen con cierta frecuencia, la gente desconfía de modelos de ocasión con poca antigüedad y kilómetros que se ofrecen muy baratos. Aunque los arreglos no se aprecien, los malos olores en días húmedos pueden ser una pista interesante. Otra forma de descubrirlo sería observando los paneles y los guarnecidos de las puertas. Si hacen ruidos o no están bien colocados podemos encontrarnos ante un coche de riada que corre el peligro de sufrir la oxidación de las zonas más ocultas del chasis.

Otro elemento que debería comprobarse con el suficiente detenimiento sería el estado general del habitáculo, sobretodo si hay desgastes injustificados. Un vehículo se va degradando con el uso y no es normal que con pocos kilómetros presente erosiones o brillos en el volante, los asientos, los tiradores de las puertas o en alguno de los múltiples botones y mandos. Si activamos la ventilación, debemos comprobar que el climatizador enfría y que no sale polvo por los aireadores.

Si detectan alguna de las señales anteriores, desconfíen. Puede ser que les estén dando gato por liebre y que en realidad esté para llevar a un desguace de coches.