Manual para entender un presupuesto de un vehículo nuevo

Todo el que haya acudido a un concesionario a comprar un vehículo nuevo suele salir más confuso de lo que entró, siempre que no se cruce con un vendedor comprensivo que se digne a explicarle cómo se llega al precio que le están ofreciendo por el modelo de su interés. Cuando alguien se pone a analizar esos maravillosos presupuestos que entregan los comerciales, con formatos estandarizados correctamente maquetados, todos iguales independientemente del establecimiento visitado, con un montón de partidas y conceptos extraños e incomprensibles, es probable que termine con dolor de cabeza. Parece que la industria del automóvil renunció hace mucho a la transparencia y es partidaria de escudarse tras complejos galimatías numéricos con la esperanza de mantener por más tiempo los arcanos que sólo unos pocos pueden conocer.

Para añadir más luz a este tema, voy a explicar a los lectores una serie de conceptos que no tendrán dificultad en entender. El PVP del coche es el resultado de varias partidas distintas. Pero siempre se arranca de una cantidad denominada precio franco fábrica, que es el valor del vehículo y de todas las opciones que queremos que vengan incluidas de fábrica antes de aplicar los impuestos. Es similar para todos los concesionarios de una misma marca y sirve para calcular el PVP. Sobre el franco fábrica (PFF), las marcas conceden unos márgenes comerciales que se corresponden con los descuentos que les aplican a los concesionarios para que puedan vender con un determinado beneficio por unidad.

El vendedor jugará con el margen a la hora de imputar rebajas a los clientes, dependiendo del beneficio que quiera alcanzar por cada operación. A pesar de ello, hay unos ciertos límites de sentido común que indican que el descuento no debe ser superior al margen. No creo que haga falta ser economista para comprender que no es muy conveniente realizar ese tipo de deducciones ya que la transacción generaría pérdidas.

Lo normal es que las rebajas a clientes se apliquen sobre el precio franco fábrica. Sin embargo, en muchas ocasiones los anuncios de los fabricantes proclaman grandes e impactantes ofertas por encima de lo que es habitual. Generalmente suelen ser campañas promocionales que incluyen un descuento que debe ser aplicado por parte de la marca y el concesionario. Es decir, al precio franco fábrica hay que restar las deducciones del distribuidor y de la marca.

A la cantidad resultante habría que sumarle una partida denominada transporte, que es la cifra que se cobra por enviar el automóvil desde la fábrica hasta el establecimiento del vendedor. La cuantía es variable dependiendo de las distintas marcas y modelos, oscilando entre los 150 euros y los 400 euros. Sobre este concepto no se pueden aplicar descuentos.

Una vez que hayamos sumado el transporte obtenemos la base imponible que utilizaremos para calcular los correspondientes impuestos. Actualmente el Impuesto de Matriculación se devenga en función de las emisiones de CO2. Si el que queremos comprar emite menos de 120 gramos, estaría exento de gravamen. En función de las emisiones, la cuota puede moverse entre el 4,75% y 14,75% de la base imponible. A parte de esa tasa que se paga sólo en el momento de la matriculación, el IVA del 18% de la base imponible hay que agregarlo también salvo que el comprador disponga de algunas de las exenciones que contempla la ley.

Una vez que tenemos el precio con impuestos, lo normal es sumar también los honorarios de la gestoría que matriculará el vehículo, así como los gastos de preparación del mismo (lavado, desparafinado,…). Otro coste que pueden repercutir los vendedores es el del Impuesto Municipal de Rodaje, que es obligatorio liquidar antes de matricular en Tráfico. En ocasiones se incluye ya en el PVP, aunque también es habitual cobrarlo a parte en el momento de la entrega de las llaves.