CONDUCCIÓN EN CIRCUITO

Vista aérea del Circuito de Jerez. Foto: www.turypeople.org

Uno de los momentos más emocionantes para alguien que le gusten los coches es el de conducir en un circuito de competición. Si antes sólo lo podían hacer los profesionales, hoy en día está al alcance de todo el mundo por un módico precio.

La oferta es bastante amplia, tanto para particulares de modo individual, como para grupos de amigos o clubs de aficionados. A parte de páginas web y empresas como My Day o Emocionday, que ofrecen a sus clientes la posibilidad de regalar momentos mágicos y especiales, los propios responsables de los circuitos están ampliando mucho sus servicios para incluir, en los días en que no hay competición, alquileres de pista para tandas, escuelas de conducción, celebración de eventos empresariales o pruebas de nuevos modelos. Lo habitual es que, a parte de la propia pista, se utilicen instalaciones auxiliares como salas de prensa o el padock para impartir charlas o para montar el servicio de catering, además de otras actividades de ocio complementarias.

Pero antes de nada, hay que aclarar que la conducción en circuito es especialmente difícil si no se está acostumbrado y no se cumplen a rajatabla las estrictas normas de seguridad. Lo que se hace por ocio no debe terminar nunca en tragedia, de ahí que sea fundamental acudir sin haber ingerido bebidas alcohólicas y en perfecto estado físico y mental. Además, por lo general, al no ser duchos en este tipo de conducción, no es fácil alcanzar grandes velocidades, salvo en rectas largas. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de pasar un rato agradable y de demostrar la pericia en el paso por curvas, que es donde se demuestra la verdadera conducción. No obstante, la sensación de seguridad es mucho mayor que en carreteras abiertas ya que están diseñados para alcanzar grandes velocidades sin peligro. Para ello, todos cuentan con escapatorias amplias, con lechos de gravilla para reducir la velocidad y han eliminado todos los obstáculos para que no exista la posibilidad de colisionar contra algo.

Vista aérea del Circuito de Ascari de Ronda. Foto: www.forosmart.com

En casi todos los circuitos abiertos al público en general, tenemos la posibilidad de contratar tandas de  varias vueltas a bordo de nuestro propio coche, o alquilando alguno de los que los circuitos proporcionan. Generalmente deportivos de alta gama o, incluso, biplazas de competición en los que acompañaremos a un piloto profesional en una vuelta rápida. Circuitos como Montmeló, Jarama, Guadix, Ascari, Cheste o Jerez, son el ejemplo de una cada vez más variada oferta. Cada uno de ellos con sus propias particularidades, sus propios servicios y sus propias escuelas.

Yo no he conducido en todos, así que no puedo hacer una reseña exhaustiva, pero sí que comentaré algunos aspectos de los recintos en los que sí que he estado. De los que yo conozco en España, el que más divertido me ha resultado es el de Jerez, sobretodo por sus instalaciones de primer nivel y su magnífica disposición para organizar eventos completos. Fue durante una presentación de un coche, y pude disfrutar del doble de vueltas que el resto de los participantes debido a que era el único conductor del vehículo que me tocó, y estaba acompañado por un piloto de competición que me fue explicando pequeños trucos, cómo realizar las trazadas, y la mejor forma de sacarle partido al automóvil que estábamos probando. He de reconocer que disfrute como un enano.

Otro circuito que me encantó por su exigente trazado, mucho más desconocido que el de la ciudad gaditana, es el de Monteblanco, en la Palma del Condado. Totalmente orientado a la conducción de deportivos, la FIA ha homologado su recorrido para carreras de GP2 y para test de Fórmula Uno. Con una espectacular recta principal de casi un kilómetro y una gran variedad de curvas de todo tipo que requieren gran concentración y pericia, este circuito tiene una escuela de conducción para poder pilotar los deportivos más exclusivos: Ferraris, Lamborghinis, Porsches,…

Vista aérea del Circuito de Monteblanco en La Palma del Condado. Foto: www.etracksonline.co.uk

Pero en España hay otro circuito más llamativo y peculiar. No se usa en competiciones, sino que está destinado a los fabricantes, para homologaciones y pruebas en determinadas condiciones de los modelos que se van a lanzar. Su acceso está limitadísimo, por no decir que restringido, y no se alquila a los aficionados ni hay escuela de pilotos. Situado en El Vendrell, su nombre es Circuito de Idiada, pertenece a la empresa Applus y es un trazado de alta velocidad ovalado, con dos grandes rectas que permiten puntas elevadísimas y dos curvas peraltadas. En dicho circuito, al contrario de lo normal, el límite de velocidad es mínimo. y no máximo. Al ser de cuatro carriles, cada uno de ellos tiene una velocidad por debajo de la cual no se puede circular. Por el carril exterior es obligatorio conducir a más de 200 kilómetros por hora. Si no se puede mantener esa velocidad, o se baja a un carril más interior o se tiene que abandonar la pista.

Foto de satélite del Circuito de Idiada. Foto: Google

Casi todos los vehículos que se mueven por las instalaciones aún no están en producción y lo normal es que vayan cubiertos con plásticos o lonas para que no se sepa el modelo que están probando. Por eso mismo se firma un compromiso de confidencialidad y los móviles y las cámaras de fotos se retiran antes de entrar al recinto. En el interior del óvalo, hay una serie de pistas secundarias para realizar otros tipos de pruebas, circuitos de tierra para off-road, enfermería, gasolinera,… Todo lo necesario para que un fabricante pueda realizar test de frenadas, de aceleraciones, de resistencia o de durabilidad de componentes.

He de reconocer que al llegar, cuando ví el enorme peralte en cada curva, me entró algo de miedo ya que parecía que tenía que circular con el coche por una pared asfaltada. Pero cuando vas conduciendo la inclinación se nota menos y no impresiona tanto. De hecho, si se toma en la trazada correcta y a la velocidad adecuada se dice que es la curva perfecta, porque las propias inercias mantienen al vehículo en la curva sin necesidad de girar el volante. En pocas palabras: una experiencia irrepetible.