LAS FAMILIAS DEL MOTOR: LOS AGNELLI (I)

A pesar de las tensiones financieras a las que se está viendo sometida, si Italia es una de las ocho economías más importantes se debe, en gran medida, a la labor emprendedora e industrial de familias como los Agnelli. Los llamados «Kennedy italianos» son una familia que ha saboreado las mieles del éxito económico, pero también se ha visto duramente azotada por una serie de tragedias que les dan ese aire de novelón que tanto ha gustado siempre a los cronistas de sociedad. Al igual que los Kennedy, generación tras generación, se han erigido en la familia de más rancio abolengo, que más poder e influencia ha reunido, en un país que, a falta de reyes –la monarquía fue abolida en 1946-, está necesitado de referentes humanos perdurables. Frente a una clase política decadente y corrupta, los Agnelli se convierten en una estirpe de empresarios que vertebran el país independientemente de los vaivenes políticos que han azotado inmisericordemente a Italia en los últimos siglos. Pero, continuando con la asimilación a la familia Kennedy, también han visto como los días de vino y rosas se han visto truncados por luctuosos sucesos que han segado de raíz las prometedoras carreras de varios de sus vástagos.

Foto: The New York Times

Todas las sagas tienen un fundador y un heredero. Si nos remontamos al principio, el precursor, el creador de la Fabbrica Italiana Automobili di Torino (FIAT), sería el primer Giovanni Agnelli. Hijo de un próspero criador de gusanos de seda, escogió la carrera militar, aunque su verdadera pasión era la mécanica. Desde que en 1884 visitara la Exposición Universal de Turín, decidió aprovechar sus ratos libres para investigar el motor de explosión, llegando incluso a provocar la voladura de su taller de experimentación en una de sus arriesgadas pruebas. Como su posición económica era desahogada, abandonó el ejército y se trasladó a Turín donde conoció al conde Emanuele Carlo Cacherano di Bricherasio, con quien se asoció para fundar en 1899 la empresa automovilística que acabó convirtiéndose en el buque insignia de la industria italiana.

Foto: Wikipedia

Gracias a la inteligente gestión de Giovanni Agnelli, que diversificó la actividad fabricando desde rodamientos de bolas hasta motores de submarinos y aviones, pasando por coches y camiones, la FIAT obtuvo un gran impulso durante la Primera Guerra Mundial. En 1920, Agnelli se convirtió en presidente de la corporación y continuó adquiriendo más y más poder conforme la empresa se expandía. En paralelo a esta actividad industrial, al ascender Mussolini al poder, el presidente de la FIAT fue nombrado senador, cargo político del régimen fascista que compatibilizaría con su labor al mando de la fábrica.

Los cimientos del imperio estaban establecidos. El patrono, desde que cumplió los sesenta años, tenía pensado que le sucediese su hijo Edoardo. Pero este no parecía tener muchas ganas de encerrarse a trabajar en un despacho. Casado con la princesa italiana Virginia Bourbon del Monte, prefería llevar la vida de un jet-setter internacional, de fiesta en fiesta, tan sólo preocupado por los deportes que le apasionaban. Idea suya fue la creación de la estación de esquí de Sestriere, como también la toma de control en 1923 del equipo de fútbol de la Juventus de Turín, que aún hoy en día sigue siendo el emblema de la familia.

La primera aparición del funesto protagonista principal de esta epopeya –la tragedia- tuvo lugar en Génova, cuando Edoardo, que contaba 46 años de edad en 1935, falleció en un terrible accidente de avión. Entonces Giovanni Agnelli se volcó en su nieto, Gianni, como sucesor de su legado. El heredero, un adolescente de 14 años, había quedado huérfano de padre, lo que hizo que toda la familia comenzase a malcriarle. El exceso de mimos y atenciones lo convirtieron en un joven consentido que se dedicó a seguir la estela de su padre: vacaciones en la Costa Azul, fiestas con el Aga Khan, Anita Ekberg o el príncipe Rainiero de Mónaco, viajes alrededor del mundo en los mejores cruceros,… Su aspecto de dandy y su abultada fortuna eran su mejor carta de presentación, luciendo siempre bronceado y con trajes a medida confeccionados por los mejores sastres.

Foto: www.elmundo.es

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, FIAT fue una de las pocas empresas vinculadas al régimen fascista que pudo aguantar los envites expropiadores de los aliados, que intentaron desvincular a los Agnelli del floreciente negocio. En 1945 fallecía el abuelo y el poder pasaba a manos de Vittorio Valletta, ingeniero y hombre de confianza de la familia, que administró la empresa en los duros años de la posguerra, mientras Gianni se dedicaba a vivir la vida.

Tras casarse en 1953 en Stoffen con la culta aristócrata napolitana, Marella Caracciolo dei Principi di Castagneto, y tener dos hijos, l´Avvocato -conocido así por su título de Derecho por la Universidad de Turín- comienza a madurar y a prepararse concienzudamente para tomar el mando de un negocio en un momento importantísimo para la industria italiana, a punto de iniciar el resurgimiento que convertiría a Italia en una de las naciones más desarrolladas económicamente.

Continuará…

Las familias del motor: los Agnelli (II)

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