Salón del Automóvil de Ginebra 2012

Cuando escribes con la regularidad con la que yo lo hago en este blog siempre tienes el miedo de repetirte. Un temor que parece que han perdido los sitios web de referencia en esto del motor. Lo digo porque, año tras año, fusilan al pie de la letra las notas de prensa que mandan los distintos fabricantes con las novedades que van a lanzar en los salones del automóvil. Cuando haces búsquedas por Internet, vas viendo que unos y otros ponen los mismos contenidos con las mismas fotos. Creo que hay que ser muy freaky para leer lo mismo en cinco sitios distintos. Por eso yo me había planteado no escribir sobre esta importante cita internacional. No obstante, tras haberle dedicado posts a otros salones de segundo o tercer nivel, me he visto en la obligación de hacer aunque sea una pequeña mención.

Tan sólo voy a emplear un párrafo corto para ocuparme de los mismos lugares comunes que el resto. Con 110.000 metros cuadrados de espacio expositivo y 180 novedades, las marcas se congregarán en el Palexpo de Ginebra hasta el próximo 18 de marzo. Para mí, lo más llamativo sería la presentación del nuevo Audi A3, el Bugatti Veyron de 1.200 CV, el Chevrolet Cruce Station Wagon, el Range Rover Evoque Cabrio o el Peugeot 4008

Regresando a lo que me interesa, no termino de entender muy bien la necesidad de este tipo de certámenes. Sobretodo en momentos tan complicados como en los que vivimos. Viendo toda la parafernalia desplegada me vienen a la mente los fastos a los que todos éramos tan dados hace unos años, cuando las cosas iban bien y se vendían coches a patadas. Ni ahora ni entonces este tipo de ferias son necesarias. Con esto no quiero decir que no sean divertidas. Sobretodo para los visitantes no profesionales que disfrutan viendo coches espectaculares y chicas guapas. También es una buena oportunidad para que los directivos de las distintas compañías se luzcan ante la prensa especializada con sus dotes de showmen. Pero en los negocios de lo que se trata es de vender. Y en estos certámenes se pierde mucho el tiempo para venderse poco o nada.

Que nadie piense que estos salones son un invento actual. La costumbre de exponer los últimos avances de la ciencia y las grandes novedades de la industria viene de finales del siglo XIX y principios del XX, con las exposiciones universales que servían de escaparate para que la atrasada sociedad de la época -no había ni Internet ni teléfono y los periódicos daban las noticias con días de retraso- se admirase con los adelantos de la revolución industrial.

Hoy en día, con las comunicaciones en tiempo real del siglo XXI, me parece que estos acontecimientos no son rentables, excepto para las empresas organizadoras. Convocatorias como las de Detroit, Ginebra o Fránkfort van señalando el calendario de las novedades de los fabricantes. En muchos casos construyen stands para presentar concepts que nunca se venderán o “novedades tan esperadas” como una nueva motorización en un modelo que lleva cinco años en el mercado, o el cambio de diseño de los espejos exteriores. Además, otro daño colateral es que el efímero efecto generado por las primicias se diluye rápidamente ante la excesiva cantidad de información y el amontonamiento de actos similares.

Lo mejor sería que cada marca organizase presentaciones individuales para la prensa y distribuidores importantes cuando sea necesario, tirándose en marcha del caballo desbocado impuesto por el timing ferial anual. Y si un año un fabricante no tiene más que una novedad, pues que haga una sola presentación. Estoy seguro de que los accionistas de las distintas compañías, al igual que las esposas de los directivos, lo agradecerán. Aunque estos ejecutivos tendrán que buscarse otro tipo de excusas si quieren irse de picos pardos de vez en cuando.